Soy Tatiana. Nací el 16 de abril de 2006 en la ciudad de Panamá. Soy la segunda de trillizos. A pesar de haber perdido la vista al nacer, esto no ha sido un impedimento para ser feliz. He desarrollado mis otros sentidos de tal manera que muchos me dicen que parece que pudiera ver.
Todos los que me conocen elogian mi manera de hablar, y por eso deseo contarles un poco acerca de mí. Este es mi testimonio de vida para que aquellos con necesidades especiales sepan que no están solos y que tienen la oportunidad de brillar y decir a los demás: "¡Sí se puede!".
Siento que desde que nací, ya venía con Dios y la Virgen María en mi corazón; su bendición y protección nunca me faltarían.
Antes de preescolar, asistía a la Escuela de Ciegos Helen Keller de Panamá, donde me enseñaron a leer y escribir con el sistema Braille, así como a utilizar el bastón para movilizarme y mucho más.
Recuerdo mi primer día de clases en preescolar en el Colegio Las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. Me recibieron con una gran bienvenida por parte de todo el personal del plantel, acompañada de aplausos. Pude percibir la alegría de los que me rodeaban, lo cual indicaba que me sentiría como en casa, una sensación que sigue presente en mí hoy. Fui con mi tía Beba, mi primera tutora o maestra sombra.
También conté con el apoyo de una especialista en educación especial, Kellys. Ella reforzó mi aprendizaje con el método Braille y me enseñó que mis dedos son mis órganos receptores para conocer mi entorno. A falta de vista, tenía otro sentido: el háptico, que consiste en recibir información a través de las manos.
Mis textos eran iguales a los de mis compañeras de salón, solo que escritos en Braille. Mi tía Beba y mi mamá los adecuaban para que yo pudiera leerlos. Los textos de lectura y escritura también contenían imágenes que ellas modificaban con telas, cordones o goma para que fueran perceptibles al tacto.
Acepté varios retos escénicos, entre los cuales puedo mencionar las presentaciones en las comparsas del plantel, donde fue un gran logro para las coreógrafas incluirme en los bailes. Sentía tanta emoción por los aplausos y las felicitaciones del público, reacciones que me hacían llorar. Además, participé en concursos de declamación y oratoria, obteniendo reconocimientos y premios. Nada era imposible para mí.
Mi pasión por aprender inglés también comenzó en estos niveles iniciales, al igual que mi amor por la lectura.
Mi fe en Dios y la protección amorosa de la Virgen María me han dado la fuerza y la confianza para seguir adelante, por encima de las dificultades. Hoy estoy en el undécimo grado, he aprovechado las oportunidades que se me han presentado y sigo buscando constantemente crecer y mejorar.
Desde el inicio, mis padres, maestros y tutoras aceptaron el reto con responsabilidad, pero también con mucha alegría. Mis compañeras han sido otro gran apoyo. En el camino he aprendido la importancia del compromiso, la humildad y el agradecimiento en todo emprendimiento.
Espero poder inspirar a muchos, en especial a aquellos que están pasando por situaciones similares; y aunque todavía no tengo decidida mi carrera profesional, quisiera ayudar a otros con mi trabajo. Recordemos que, a pesar de los obstáculos, ¡sí se puede!, como me decía mi papá.
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